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16.3.09

¿LA PRÁCTICA DE ACTIVIDAD FÍSICA Y DEPORTIVA ES SALUDABLE?

Dejando de lado en deporte de élite en un primer momento podemos considerar que muchos autores a lo largo de la historia han tratado de encontrar una respuesta a esta pregunta. Unos defienden los aspectos positivos de la actividad física, mientras otros dan a conocer los negativos. No existe por el momento una respuesta tajante y aceptada que nos enseñe quien tiene o no razón. En este aspecto debemos buscar entonces respuestas a los objetivos de cada usuario en un momento concreto. No podemos decir si la actividad física en general será o no positiva, ya que hay demasiadas variantes que influyen en su desarrollo. Partiremos de la premisa en que toda práctica puede ser saludable o no serlo, dependiendo de su adecuada realización. Debemos tener en cuenta que hay muchas razones por las cuales una persona decide realizar alguna actividad física y siempre puede existir un mal planteamiento de la actividad, bien sea por desconocimiento, o por partir de unos motivos erróneos. Estos motivos se resumen principalmente en la presión social. La sociedad viene utilizando desde hace décadas el deporte como una especie de moderno “opio para el pueblo”, como resaltan algunos autores. Se realza al individuo que hace deporte como sinónimo de saludable, como cura de todos los males o como modelo ideal a seguir sin haber otro camino para la realización o la superación personal. Aquel que se mantiene al margen de la cultura deportiva es “marginado” o visto como un “bicho raro” que no se preocupa por su estado de salud y que no hace lo suficiente por si mismo. Tradicionalmente la sociedad ha asociado ciertos valores a la cultura deportiva que son aplicados a la personalidad de quien es considerado un “buen” deportista. Tal como explican M. García Ferrando, F. Lagardera y N. Puig en “Cultura deportiva y socialización”, competencia, salud, progreso, trabajo sistemático, igualdad, justicia y finalmente, victoria, son valores adscritos a la moral de todo deportista que se precie hoy día. Los medios de comunicación realzan diariamente actitudes deportivas inalcanzables, cuerpos estilizados como ideal de belleza, ambición y superación reflejados en deportistas de élite que difícilmente pueden ser considerados como saludables si se examinan con detenimiento, pero las frases, slogans y publicidad acuñados por las grandes marcas comerciales, equipos o federaciones, se encargan de cubrir con una tupida manta ese lado gris que a nadie conviene enseñar.

Esquivando de nuevo el tema del deporte de élite, volveré a nuestra base para recalcar que toda actividad puede resultar positiva o negativa, dependiendo del objetivo por el que se realice y el planteamiento seleccionado para conseguir dicho objetivo. Cada cual puede tomar la decisión que mejor se ajuste a sus premisas, pero siempre teniendo claro por qué se hace, y cómo podemos realizarlo de la manera adecuada. Es esencial, a mi modo de entender, que una persona no debe comenzar a realizar actividad física sin tener claro por qué. Pensar que el deporte es un deber, o que es lo que se espera de uno, o simplemente verse empujado a ello sin convencimiento llevará únicamente al no disfrute de la actividad, así como, presumiblemente, la falta de apetito por la actividad a medio plazo.

Para concluir tomaremos al fin el tema del deporte de élite. Prácticamente nadie hoy día, con unos mínimos conocimientos, sería tan incauto como para confundir élite con salud, o con ideal. El problema es que esos mínimos conocimientos se reservan para aquellos profundamente interesados en el tema y sin arquetipos preconcebidos, dejando al resto de la sociedad indefensa contra la manipulación para el consumismo deportivo y para la investidura de los valores modernos adecuados a la moderna forma de vida.