Los relojes se detienen, los días se suceden como si fueran uno solo. Los planes, angustiados, parten hacia la búsqueda de una agenda que huye, a sabiendas que cuando esta en blanco, grava sus mejores líneas.
En su sabiduría traicionera, es consciente que un paseo fortuito por un parque puede ser un destello de felicidad inesperada; que un baño caliente no siempre busca un fin alegre, pero puede alegrar extrañamente; que un pequeño y austero envase, puede alojar una cantidad inimaginable de felicidad; que sin innovar en absoluto, se puede vivir el mayor de los sueños; que los mejores momentos no son escritos en sus páginas, y por ello huye, porque la libertad tiene muchas definiciones. Se puede ser libre de todas las ataduras durante un instante, encontrar ese pequeño rincón donde refugiarse, donde el tiempo es limitado pero no avanza.